Errores que cometí emprendiendo: el compromiso del equipo

Hoy quiero añadir un nuevo post a la serie «Errores que cometí emprendiendo» hablando de uno de los temas críticos en cualquier negocio: el equipo de personas.

En mi último negocio de retail aprendí cosas importantes sobre las personas, que son la parte más importante de los proyectos. En otra ocasión hablaremos de los socios (ha sido todo un lujo contar con ellos en el proyecto) pero ahora quiero compartir mi experiencia con el equipo de trabajo, las personas que han colaborado conmigo a desarrollar el proyecto.

Desde el inicio del negocio se ha buscado la motivación ofreciendo incentivos a todos los miembros del equipo independientemente de su nivel de responsabilidad y por supuesto siempre se ha tratado a los empleados como personas, no como piezas de una organización. Una de las cosas de las que presumíamos era el hecho de ofrecer contrato indefinido desde el primer día dando seguridad a todos los miembros de la organización para conseguir su compromiso con el proyecto.

Sin embargo, aunque no es políticamente correcto lo que voy a decir y puede parecer muy duro, con el paso de los años me he dado cuenta que ofrecer esta seguridad desde el primer día fue un error. Actualmente hay personas en la organización totalmente comprometidas con la empresa (algunas llevan muchos años) y desempeñan su trabajo con la máxima profesionalidad. Sin embargo, han pasado por la empresa otras personas que no tenían ningún tipo de compromiso o no poseían las competencias o habilidades necesarias para su puesto, aunque el primer culpable es uno mismo por no hacer una buena selección.

Otro de los errores que cometí es dar demasiadas oportunidades en situaciones en las que el desempeño o la actitud no eran los esperados. Por supuesto hay que dar tiempo y orientación a los empleados para que se adapten, para corregir errores o cambiar actitudes, pero cuando estas situaciones se prolongan demasiado en el tiempo se daña mucho al negocio. Además, tampoco es bueno para el empleado porque se generan situaciones de tensión y problemas de autoestima, que se pueden evitar si este mismo empleado trabajara en otra organización o puesto que encaje mejor con sus habilidades.

Mi conclusión es clara: los miembros de la organización deben demostrar su compromiso y su desempeño para obtener el compromiso de la empresa. Como decía el presidente de un conocido banco español, en las organizaciones debe haber cierto nivel de rotación y si no lo hay, algo falla.

Espero que os resulten útiles estas reflexiones, son sólo una parte de los innumerables errores que uno comete emprendiendo pero he querido destacar aquellos que tienen un impacto fuerte en la viabilidad del negocio y de los cuales he sacado un claro aprendizaje. Os animo a compartir vuestras experiencias (otros emprendedores lo agradecerán) y a leer más post similares en la sección Errores que cometí emprendiendo.

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Los bancos te dan un paraguas en verano y te lo quitan en invierno

Esta frase me la dijo un familiar en una cena y resume perfectamente la sensación que tengo en mi relación con los bancos, curiosamente mi familiar es directivo en un gran banco español…

Hace un par de dias recibí en la oficina una carta de uno de los bancos con los que trabajamos, confirmando que concedían a la empresa un crédito de algunos miles de euros (era un crédito preconcedido que nosotros no habíamos pedido). Me acordé de la frase de mi familiar porque unos meses antes el mismo banco nos denegó una tarjeta de crédito.

Otra de las sensaciones que tengo es que los bancos nunca pierden (por supuesto también incluyo a las cajas de ahorro). Cuando las cosas van bien, generan beneficios millonarios con los diferenciales de tipos, las comisiones, etc, pero cuando van mal los gobiernos los rescatan (los rescatamos entre todos). Con esto no quiero decir que no haya que rescatarlos, creo que las consecuencias de no hacerlo serían terribles para todos, pero habría que hacerlo en determinadas condiciones.

Por un lado, deben habilitarse mecanismos para que banco rescatado, una vez esté saneado, devuelva el dinero con un alto tipo de interés (como mínimo tan alto como el abusivo tipo que nos cobran a las pequeñas y medianas empresas por una póliza de crédito). En Estados Unidos el gobierno (e indirectamente los contribuyentes) ha obtenido una atractiva rentabilidad en los rescates una vez se han devuelto los fondos inyectados con sus correspondientes intereses.

Por otro lado, los altos directivos y consejeros de los bancos y cajas rescatados deberían ajustar sus salarios, bonus, planes de pensiones y demás retribuciones a la situación de «empresa en quiebra», es decir, al mínimo. Y lo que es más importante, no deberían cobrar esas millonarias indemnizaciones a costa del dinero de todos.

Soy un firme defensor de la libre economía de mercado y me parece muy bien que los altos directivos de los mercados financieros cobren sueldos millonarios, si su buen hacer y sus decisiones generan también millonarios beneficios. Es una forma de captar y retener el talento y por tanto generar riqueza. Sin embargo, dado la influencia que tienen los mercados financieros en la economía, no se puede permitir que «la fiesta» la paguemos los contribuyentes mientras los que han tomado malas decisiones de alto riesgo, con una ambición desmedida, se vayan a casa con las manos llenas.

No sólo es de justicia que se apliquen estas condiciones, además, será disuasorio para que los directivos, y los accionistas que los nombran, no asuman estos riesgos excesivos que pongan en peligro la estabilidad del mercado financiero y de la economía de los países.