En un viaje de trabajo con mi padre surgió en la conversación el tema de la «felicidad». Le pregunte qué era para el la felicidad y me dio una respuesta que no me esperaba. Me contó que lo importante para ser feliz es tener las prioridades claras (cada uno las suyas), su fe, la familia, los amigos, el trabajo, las aficiones, etc, y después vivir de forma coherente a tus prioridades dándole preferencia a las más importantes aunque a veces haya que renunciar a las otras.
La primera parte, ordenar tus prioridades, parece fácil aunque a veces no lo es tanto. Sin embargo la segunda, vivir de forma coherente a las mismas, se complica. Si haces una prueba, todo el mundo te dirá que su familia es mucho más importante que su trabajo y que sus amigos son más importantes que el dinero. Seguramente están convencidos de ello, pero muchas veces no se aplica en el día a día, yo el primero.
Creo que mi padre es y ha sido bastante feliz, me consta que ha aplicado su receta de forma constante…
Hablando con un amigo me habló de sus «pequeños momentos de felicidad». El tenía a lo largo del día pequeñas cosas sencillas que disfrutaba mucho, leer el periódico por la mañana, que le reciba su hijo pequeño cuando llega a casa, leer algunas páginas de un buen libro antes de acostarse, tomarse una cerveza bien fría cuando llega a casa del trabajo. Todos tenemos nuestros pequeños momentos de felicidad, es bueno pararse a pensar cuales son y disfrutarlos.
Uno de mis favoritos es al final de día cuando me siento con mi mujer a ver una buena película…
Seguro que alguna vez has discutido con amigos o familia sobre el tópico de que el dinero no da la felicidad. Estoy convencido que este tópico es verdad pero con un matiz, siempre que tengas tus necesidades básicas cubiertas (es muy difícil que alguien que no puede alimentar a su familia sea feliz).
Sin duda, lo mejor que tiene el dinero es la libertad que te puede dar, si lo entiendes como un medio y no como un fin…
Estoy convencido que el peor enemigo de la felicidad es el miedo. Si te paras a pensar, cuando estás angustiado, preocupado o tristes, lo que hay detrás casi siempre es temor, miedo a lo desconocido. Si racionalizas este sentimiento y aceptas lo que puede venir, aunque sea malo, te sientes más tranquilo. Seguro que alguna vez te has tenido que enfrentar a situaciones difíciles y has sufrido más en el proceso que en el desenlace, y cuando este se produce, te sientes liberado, aunque sea un mal desenlace.
Un buén consejo de mi padre, no te pongas la venda antes de la herida…
De acuerdo con todo: quien tiene miedo no sabe querer.
Gracias Ignacio!
En mi opinión Gonzalo creo que es uno de tus mejores blogs, sino el mejor de los que hasta ahora has subido. Porque hay mucho más de ti mismo, porque has perdido ese rubor inicial, que es lógico tener, a dejar escrito lo que se piensa. No conozco a tu padre, (mucho) pero pienso que es doblemente afortunado. De un lado tener las ideas tan claras sobre como lograr la felicidad, claridad que ya me gustaría a mi tener. De otro el tener un hijo como tú, capaz de expresarle esa cariñosa admiración.
Respecto a la felicidad, yo añadiría a esos pequeños momentos, que podríamos llamar instantes de felicidad, y que tan bien describes, lo que se podría llamar días de vino y rosas. Alguien dijo que la vida de una persona son tres/cuatro días, no necesariamente seguidos, que merecen la pena ser recordados siempre.
¡Ah! no esperes que te comprendan personas que no leen, que no les interesa lo que piensan los demás, porque no están dispuestos a hacer suyas ideas de otros y añadirlas a las dos o tres ideas que ya tienen.
Un abrazo y adelante.
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Muchas gracias Gonzalo por tu cariñoso comentario. Genial tu alusión a los días de «vino y rosas».
Me ha encantado el ultimo consejo de tu padre Goncho, el de ponerse la venda sin herida…gracias por recordármelo!!
Gracias Tati, se lo diré de tu parte.
¡Genial tu padre! ¡ Genial como lo cuentas! y gracias por contarlo.
Gracias Marga!