¿Empresario o emprendedor?

Desde hace algún tiempo se ha puesto de moda hablar de emprendedor@s y parece que son/somos la esperanza para salir de la crisis. Los políticos inundan sus discursos con el término y las cadenas de televisión lanzan programas o concursos de emprendedores. Parece que es algo nuevo que antes no existía y además algo vinculado generalmente al mundillo de internet. Las startups de éxito alcanzar valoraciones multimillonarias en pocos años y sus creadores son estrellas mediáticas cuyas historias inspiran películas y libros. Pero, ¿Emprender es algo nuevo?

enmprendedor

Hace poco me preguntaron si yo me consideraba empresario o emprendedor. Me pilló por sorpresa y no sabía que contestar dije que ambas cosas, supongo…

Reflexionando sobre esta idea creo que son cosas diferentes aunque a veces se solapan. En mi opinión ser empresario es una actividad profesional como ser médico, profesor o escritor, y no tiene por qué estar vinculado al éxito, a las startups, a los grandes negocios o a la riqueza. Empresario es el dueño del bar donde desayuno a veces y empresaria es la farmacéutica de mi barrio.

En cambio, ser emprendedor es una actitud y no tiene que estar siempre vinculada al mundo empresarial. Emprender es hacer realidad una idea y desde este punto de vista pueden existir muchos tipos de emprendedores: intraemprendedores (o personas que emprenden dentro de las empresas), emprendedores sociales, etc.

Según la RAE, emprendedor es el que emprende con resolución acciones dificultosas o azarosas. Sin embargo, en Wikipedia se define como un término comúnmente usado para describir a un individuo que organiza y opera una o varias empresas, asumiendo cierto riesgo financiero en el emprendimiento. ¿Cristóbal Colón no fue un emprendedor? Prefiero la definición de la RAE…

Anuncio publicitario

¿Cuando abandonar un negocio?

Normalmente los demás ven antes que tú la necesidad de cerrar el negocio. Tus socios, tus amigos, tu familia… lo ven claro pero tú sigues luchando por mil motivos: los empleados, los socios, el tiempo, dinero y esfuerzo invertido, las deudas, y sobre todo el miedo…

El miedo a reconocer el fracaso puede ser tu peor enemigo. Tus motivos para seguir suelen ser buenos pero esa bondad puede hacer la bola de nieve más grande y las consecuencias peores: más dinero perdido, más deuda, responsabilidades como administrador, etc.

Desgraciadamente no hay una respuesta clara a la pregunta. Abandonar demasiado pronto puede hacer perder oportunidades, casi ningún negocio de éxito se ha desarrollado sin dificultades y la perseverancia en una cualidad imprescindible del emprendedor. Abandonar demasiado tarde puede causar más daño a las partes involucradas y a ti mismo, limitando tus oportunidades futuras.

Hay muchos indicadores que te pueden dar pistas de que el momento ha llegado: el negocio no para de perder dinero, no hay tesorería, no disfrutas con lo que haces, tu cuerpo y mente se resienten, tu coste de oportunidad es muy alto.

Sin embargo, no hay métricas claras y normalmente hay algún indicador que te da esperanza. Suele ser como una gráfica de dientes de sierra, un dato malo, otro bueno, otro malo, muchos grises…, quizás lo importante es ver la tendencia aunque no es fácil alejarse lo suficiente para que aparezca.

Algunos consejos:

1. Ponte objetivos concretos a corto plazo y si no se cumplen cierra.

2. Analiza posibilidades para dar viabilidad al negocio aunque sea en manos de otro: vende todo o una parte o fusiona la empresa con un competidor.

3. Explora a tus empleados y proveedores: a veces ellos facilitarán la viabilidad bajando salarios a cambio de participación, financiado la deuda(proveedores) o quedándose con el negocio.

4. En caso de cerrar, haz las cosas bien. Si hay deuda y el negocio no puede pagarla inicia cuanto antes un concurso de acreedores. Muchas veces hay que invertir algo de dinero para finalizar la actividad, pero no hacerlo puede ocasionar riesgo en el patrimonio personal y a veces con un concurso se puede lograr la viabilidad del negocio.

Errores que cometí emprendiendo: el compromiso del equipo

Hoy quiero añadir un nuevo post a la serie «Errores que cometí emprendiendo» hablando de uno de los temas críticos en cualquier negocio: el equipo de personas.

En mi último negocio de retail aprendí cosas importantes sobre las personas, que son la parte más importante de los proyectos. En otra ocasión hablaremos de los socios (ha sido todo un lujo contar con ellos en el proyecto) pero ahora quiero compartir mi experiencia con el equipo de trabajo, las personas que han colaborado conmigo a desarrollar el proyecto.

Desde el inicio del negocio se ha buscado la motivación ofreciendo incentivos a todos los miembros del equipo independientemente de su nivel de responsabilidad y por supuesto siempre se ha tratado a los empleados como personas, no como piezas de una organización. Una de las cosas de las que presumíamos era el hecho de ofrecer contrato indefinido desde el primer día dando seguridad a todos los miembros de la organización para conseguir su compromiso con el proyecto.

Sin embargo, aunque no es políticamente correcto lo que voy a decir y puede parecer muy duro, con el paso de los años me he dado cuenta que ofrecer esta seguridad desde el primer día fue un error. Actualmente hay personas en la organización totalmente comprometidas con la empresa (algunas llevan muchos años) y desempeñan su trabajo con la máxima profesionalidad. Sin embargo, han pasado por la empresa otras personas que no tenían ningún tipo de compromiso o no poseían las competencias o habilidades necesarias para su puesto, aunque el primer culpable es uno mismo por no hacer una buena selección.

Otro de los errores que cometí es dar demasiadas oportunidades en situaciones en las que el desempeño o la actitud no eran los esperados. Por supuesto hay que dar tiempo y orientación a los empleados para que se adapten, para corregir errores o cambiar actitudes, pero cuando estas situaciones se prolongan demasiado en el tiempo se daña mucho al negocio. Además, tampoco es bueno para el empleado porque se generan situaciones de tensión y problemas de autoestima, que se pueden evitar si este mismo empleado trabajara en otra organización o puesto que encaje mejor con sus habilidades.

Mi conclusión es clara: los miembros de la organización deben demostrar su compromiso y su desempeño para obtener el compromiso de la empresa. Como decía el presidente de un conocido banco español, en las organizaciones debe haber cierto nivel de rotación y si no lo hay, algo falla.

Espero que os resulten útiles estas reflexiones, son sólo una parte de los innumerables errores que uno comete emprendiendo pero he querido destacar aquellos que tienen un impacto fuerte en la viabilidad del negocio y de los cuales he sacado un claro aprendizaje. Os animo a compartir vuestras experiencias (otros emprendedores lo agradecerán) y a leer más post similares en la sección Errores que cometí emprendiendo.

Errores que cometí emprendiendo: ¿Qué pasa si mi negocio va mal?

Continúo la serie «Errores que cometí emprendiendo» con este nuevo post sobre un tema que a veces es complejo detectar y otras veces se obvia: las barreras de salida. Muchas veces, cuando estamos iniciando un proyecto, estamos muy ilusionados y tendemos a subestimar las consecuencias de que el negocio salga mal, no sólo en lo referente a la pérdida de la inversión, sino también en el coste de «salir del negocio». Se entenderá perfectamente con el la caso que os explico a continuación.

En mi último negocio de retail he tenido que enfrentarme a situaciones muy difíciles derivadas de la profunda crisis, pero también ocasionadas por errores cometidos en el pasado. Uno de los más relevantes fue no identificar las barreras de salida cuando alquilamos algunos de los locales en los que abrimos tiendas para expandir nuestra cadena.

Era el año 2007, acabábamos de cerrar una ronda de financiación con un fondo de capital riesgo, y teníamos presión para abrir nuevas tiendas. Estábamos en el punto alto del ciclo inmobiliario y los locales buenos eran escasos y con alquileres muy altos. No tuvimos más opción que firmar algún contrato con periodos de obligado cumplimiento (5 años) o penalizaciones fuertes si dejábamos el local antes de finalizar dicho periodo, cláusulas que hoy en día serían impensables. Eran locales buenos y en aquel momento las cosas marchaban bien con un entorno económico favorable y nuestras ventas creciendo.

En poco tiempo comenzó la crisis que todavía hoy sigue castigando nuestra economía. Algunas de estas tiendas no arrancaron bien y otras comenzaron a perder ventas provocando fuertes pérdidas en la compañía. No sólo no pudimos cerrarlas sino que fue imposible renegociar los alquileres para adecuarlos a la nueva situación, y así permitir la viabilidad de los puntos de venta (lógicamente los propietarios no tenían necesidad de negociar el alquiler debido a estas cláusulas). Esta situación consumió la caja que debía dedicarse al crecimiento y puso a la compañía en una situación crítica.

Es verdad que en aquel momento era difícil prever una crisis tan profunda y que a posteriori todo se ve más claro, pero si hubiera analizado bien lo que supondría que una de estas tiendas no funcionara, jamás habría firmado esos contratos. Hay que analizar y cuantificar las barreras de salida del negocio. Antes de tomar decisiones importantes conviene realizar un análisis de sensibilidad con escenarios negativos para analizar las consecuencias. Recientemente hemos oído hablar mucho de los «tests de estrés», asegúrate de hacer hipótesis pesimistas antes de tomar decisiones clave y si finalmente sigues adelante, ten un buen plan de contingencia por si se cumplen los escenarios más negativos.

Como siempre, espero que os resulten útiles estas reflexiones y os animo a compartir vuestras experiencias en los comentarios del blog. Otros emprendedores lo agradecerán.

Podéis encontrar más post similares en la sección Errores que cometí emprendiendo.

Errores que cometí emprendiendo: ¿Dónde está el líder?

Continuando con la serie de post sobre errores que cometí emprendiendo, en este nuevo artículo quiero compartir una experiencia relacionada con el trabajo colaborativo y el liderazgo.

Hace años me uní a un grupo de socios para poner en marcha un outlet de electrodomésticos con la idea de montar un piloto y posteriormente expandir el modelo, creando una cadena de puntos de venta. El promotor del proyecto pensó que era buena idea formar un grupo de socios en el que cada uno colaborara en algún área o tarea.

El inicio fue muy bien y con las ganas e ilusión conseguimos ponerlo en marcha y durante unos meses la evolución del negocio fue muy buena. Con el tiempo las responsabilidades se fueron diluyendo porque todos teníamos nuestros negocios o trabajos y empezaron los problemas de coordinación y falta de dedicación en determinadas áreas de gestión. Se decidió dar mayor responsabilidad a la persona que estaba en tienda pero seguía habiendo áreas clave del negocio que no tenían la dedicación suficiente por parte de los socios (compras, finanzas, marketing, etc). Las tensiones afloraron y el negocio empezó a deteriorarse como consecuencia de la situación.

Finalmente el negocio se vendió pero ya estaba muy dañado y la crisis inmobiliaria acabó con él, pero la historia pudo ser diferente si se hubiera gestionado de otra forma. Todo negocio necesita un líder con compromiso y dedicación, que empuje, coordine, gestione y tome decisiones.

Los modelos de cooperación son muy atractivos en el papel pero es muy difícil que funcionen en la realidad. Los equipos de trabajo son el motor de los buenos proyectos pero es imprescindible que un líder coordine y dirija al equipo.

De nuevo os animo a compartir vuestras experiencias, otros emprendedores lo agradecerán. No hace falta dar detalles sobre vosotros o vuestras empresas si no queréis, pero sin duda sería muy útil para todos los que iniamos negocios poder generar una cadena de comentarios recopilando estas experiencias. Y si no tenéis casos de este tipo para compartir, podéis hacerlo llegar a otros emprendedores, mucha gente que está empenzado os lo agradecerá.